Historia
de la repostería
Para ponernos en antecedentes, el
gusto por lo dulce es tan antiguo como la humanidad. Aunque es cierto que
durante muchos siglos, las únicas fuentes de dulzor conocidas fueron
las frutas y la miel. En la Biblia y en el Corán hay
numerosas citas de la miel y de los frutos secos, que combinados y elaborados
convenientemente, daban lugar a ricos postres.
El dulzor de la caña de
azúcar procedente de oriente llega al mundo occidental durante la Edad
Media, como una exquisitez reservada a las mesas de los aristócratas. Las
farmacias, así como los conventos y monasterios, fueron los encargados del
desarrollo de la repostería en esta etapa en la que el azúcar se tomaba en
ocasiones especiales y se usaba también como método de conservación, por
ejemplo, de la leche en forma de leche condensada.
El consumo de azúcar en
esta época se combinaba con otros endulzantes y esencias como la vainilla o la
canela. Recordemos que el chocolate no llegó a Europa hasta la conquista del
nuevo mundo.
Durante la época de Napoleón, y
como consecuencia del bloqueo naval impuesto por los ingleses, se empezó a
obtener azúcar de la remolacha. Y desde esa fecha, histórica en el mundo de los
dulces, se ha producido una auténtica revolución del azúcar, pasando de
las mesas reales a las despensas del pueblo.
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